El ocaso del peronismo de apellidos: ¿puede el PJ neuquino reinventarse sin volver al pasado?

Mientras un sector del justicialismo se integra a la gestión de Figueroa, el viejo peronismo —marcado por nombres repetidos y una cultura política desgastada— se hunde en la confusión y la irrelevancia.

Política22 de abril de 2025RedacciónRedacción
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¿Cuántas oportunidades más puede desperdiciar el peronismo neuquino?

Durante décadas, el PJ neuquino fue rehén de sus propias internas, sus estructuras anquilosadas y sus nombres eternos. Más preocupado por sostener cargos, hilvanar negocios con los gobiernos de turno o entretenerse con disputas de poder menores, el partido evitó sistemáticamente cualquier renovación real. Y ahora, cuando finalmente una nueva etapa política le abrió las puertas del poder real, muchos de sus referentes históricos quedaron fuera del radar.


El próximo 26 de abril, en Mariano Moreno, se cristalizará un cambio de época. Intendentes, funcionarios provinciales, sindicalistas, académicos y militantes del peronismo se reunirán para respaldar a Rolando Figueroa y construir una alternativa de poder anclada en la defensa del modelo neuquino. Pero lo que no estará presente —y cada vez menos— es ese peronismo que se encerraba en cafés del centro a negociar listas, que se contentaba con dos bancas en la Legislatura, que aplaudía gobiernos nacionales aunque le dieran la espalda a Neuquén.

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La vieja guardia: sin brújula, sin lugar

Darío Martínez, Oscar Parrilli… ¿Dónde están? ¿Qué representan hoy más allá de sus apellidos? ¿Cómo es posible que figuras con tanta visibilidad durante años hayan quedado descolocadas en un contexto donde el peronismo, por fin, puede ser parte de una gestión transformadora?


Lejos de sumar, arrastran el desgaste de gestiones fallidas y estrategias políticas agotadas. Se quedaron sin electores, sin discurso y, sobre todo, sin territorio. Pagaron —tarde— el costo de haber confundido conducción con supervivencia.

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Una nueva identidad peronista

En contraste, una nueva generación de dirigentes comienza a construir desde el hacer.  Y no se trata solo de ocupar cargos: se trata de definir un rumbo. Frente a un gobierno nacional que desmantela el Estado y desprecia lo público, el peronismo neuquino que acompaña a Figueroa apuesta por las empresas provinciales, el desarrollo territorial y la articulación con los sectores productivos. No es un gesto de lealtad partidaria, es una estrategia política con los pies en el barro y los ojos en el futuro. Por lo menos, así lo dan a entender estos dirigentes.

Un cierre inevitable

El final de la historia es conocido, sucederá lo mismo de siempre, aunque cada vez menos caen en el engaño. Darío Martínez candidato. Oscar Parrilli candidato, el hijo de Parrilli candidato y hasta el nieto candidato. O quizás algún que otro familiar o ladero de siempre, como Peralta o Todero. No hay otra opción. 20 años del mismo sistema. La gente decidirá, como siempre.

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