Guerra santa rumbo a las legislativas de octubre

La diputada Márquez quiere reinar en nombre de la fe, pero en Neuquén son multitud los que no comulgan con ella.

Política01 de julio de 2025RedacciónRedacción
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La Libertad Avanza en Neuquén atraviesa una crisis de conducción. En el centro de la escena está Nadia Márquez, quien se posiciona como referente local del espacio que responde a Javier y Karina Milei, pero que enfrenta un conflicto interno que amenaza con achicar aún más un movimiento ya de por sí fragmentado.


La diputada neuquina, que desembarcó en la política de la mano de su pertenencia a la comunidad evangélica, hoy se ve envuelta en cuestionamientos que provienen, precisamente, desde ese mismo ámbito. La figura de David Schlereth, hombre de su extrema confianza y miembro de la iglesia “Jesús es Rey” -la misma que dirige el colegio AMEN- es eje de las críticas por parte de otros referentes religiosos y del ámbito político, como la diputada provincial (también libertaria), Brenda Buchiniz.


Schleret renunció al PRO y ahora Nadia busca imponerlo dentro del armado libertario, lo que genera un fuerte rechazo no solo en militantes de LLA, sino también en líderes evangélicos que ven con desconfianza ese favoritismo personalista.
Incluso Karina Milei ya fue informada de estas tensiones internas y del malestar que se arrastra desde hace meses en Neuquén. El dato no es menor: Karina es quien custodia con celo el armado territorial de La Libertad Avanza, y los informes locales empiezan a alertar sobre el riesgo de desgaste en una provincia donde la comunidad evangélica tiene un peso considerable.

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Pero Nadia Márquez no representa la totalidad de esa comunidad, aunque pretenda monopolizarla. Referentes como el apóstol Calipto González, que trabaja sin fines de lucro en barrios populares, expresan otra visión del evangelismo, alejada del marketing político. También aparece en escena Carina Riccomini, otra mujer de fe, que hoy forma parte de Juntos (colectora del MPN) y mantiene cercanía con el intendente de Neuquén Mariano Gaido. De hecho es diputada. Es un claro ejemplo de que el voto evangélico en Neuquén no responde a una única figura ni a una línea partidaria definida.
Márquez es resistida por buena parte de los fieles, quienes la acusan que beneficiarse a ella misma y ubicar a los suyos, aunque no muestren capacidad para ejercer cargos de conducción. Es decir, lo mismo que le cuestionan en el ámbito político, le cuestionan en el universo evangélico.


Una historia de saltos y colectoras


La trayectoria política de Márquez está marcada por los cambios de sello. En 2018 participó como precandidata a diputada provincial en la interna del MPN, lista Violeta. Perdió. En 2019 intentó armar una colectora para apoyar a Pechi Quiroga (eterno rival del MPN), pero no prosperó. Ese mismo año fue electa concejal por la Democracia Cristiana, en la lista que encabezaba Jorge Sobisch (ex MPN).


En 2023, bajo el partido Arriba Neuquén, volvió a candidatearse como diputada provincial, espacio que responde a Leandro López, ex PRO. Era una colectora de Rolando Figueroa para la gobernación. Salió electa, pero no asumió, ya que decidió saltar de nuevo e ir como candidata a diputada nacional. Logró la banca, pero pronto se fue de Arriba Neuquén y saltó a La Libertad Avanza.


Ahora como rival de “Neuquinidad”, el espacio provincial que le permitió acceder a esa banca.
Este recorrido, lleno de colectoras, saltos partidarios y alianzas circunstanciales, deja en evidencia una lógica política más oportunista que estratégica, y siembra dudas dentro del propio espacio libertario sobre el verdadero capital político de Márquez.

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¿Puede alguien construir un espacio duradero desde el egoísmo?


En lugar de consolidar una base sólida de liderazgo y ampliar el espectro de representación, Nadia Márquez parece estar cerrando puertas y forzando lealtades, lo cual resiente la estructura que La Libertad Avanza intenta construir en la provincia.


La disputa por el control del voto evangélico no se libra solamente en las iglesias ni en redes sociales: se juega en la interna de un partido que, si no resuelve sus conflictos de conducción, puede llegar muy debilitado a las elecciones de octubre. El riesgo no es solo perder votos, sino dejar un espacio libre para que otros actores -con mayor representatividad o trayectoria- lo ocupen.


Por ahora, la tensión crece. Nadia Márquez enfrenta críticas dentro y fuera del espacio libertario, y su liderazgo empieza a mostrar más fracturas que cohesión. ¿Será escuchada en Buenos Aires? ¿O su modelo de conducción, basado en imponer más que en construir, terminará por aislarla?

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