
El desguace silencioso del MPN: la diáspora que no tiene retorno
Con la militancia y los dirigentes volcados a nuevas alianzas, el Movimiento Popular Neuquino acelera su camino hacia la irrelevancia electoral.
Durante su paso por la Secretaría de Energía, Darío Martínez no dejó ningún avance concreto en infraestructura energética para Neuquén. Nunca impulsó obras claves para el despegue del gas neuquino ni garantizó inversiones para desarrollar terminales de exportación. Su gestión se caracterizó más por la inacción y la tibieza que por la defensa de los intereses provinciales.
Ahora, con el nuevo proyecto de GNL en revisión, Martínez habla sobre un tema que pudo hacer y que no logró: generar un esquema sostenible y confiable para que Vaca Muerta no dependa únicamente del mercado interno.
El peronismo neuquino ya lo dejó atrás
La crítica a Martínez no viene solamente de la oposición. Sus propios compañeros del peronismo neuquino —los que hoy forman parte del frente aliado al gobierno de Rolando Figueroa— fueron contundentes esta semana en un comunicado:
“El PJ está bastante oxidado, sin mucho para ofrecer. No hay novedades de que se puedan llegar a convocar, aunque debería ser este año. Allá ellos, nosotros estamos concentrándonos en defender esta gestión y en sumar fuerzas para defender a Neuquén”.
Mientras tanto, mañana habrá una reunión clave en Mariano Moreno, donde este sector evaluará cómo consolidar su lugar dentro de la nueva etapa política de la provincia, sin las viejas caras del peronismo que sólo cosechan derrotas.
Martínez y Parrilli: un peronismo reducido al margen
Hoy, el sector que encabezan Darío Martínez y Oscar Parrilli en Neuquén apenas si mide en las encuestas, con niveles de intención de voto equiparables a los del Frente de Izquierda. Una señal clara de que el peronismo tradicional, anclado en el pasado y sin renovación, dejó de ser opción de poder en la provincia.
Durante estos tiempos ha sido objetos de críticas y ocurrencias, algunas de las cuales asombran por su creatividad. Hay quienes dicen que habla del gas con la suficiencia de alguien que jamás pudo pasarse de GNC a nafta y también están los que aseguran que recién conoció (de adentro) Vaca Muerta cuando lo hizo entrar su entonces jefe político, el expresidente Alberto Fernández.
Mucho ruido y pocas obras
Darío Martínez aparece en escena criticando, pero lo cierto es que nunca defendió los intereses de Neuquén cuando tuvo la oportunidad. Habla de inversiones, pero su gestión quedó en el olvido, igual que su lugar en la política neuquina actual. En tiempos electorales, el oportunismo se multiplica.
Con la militancia y los dirigentes volcados a nuevas alianzas, el Movimiento Popular Neuquino acelera su camino hacia la irrelevancia electoral.
La nueva dirigencia enterró las viejas prácticas familiares y se sumó a la construcción de un proyecto que prioriza el trabajo, el territorio y la defensa real de Neuquén.
Mientras un sector del justicialismo se integra a la gestión de Figueroa, el viejo peronismo —marcado por nombres repetidos y una cultura política desgastada— se hunde en la confusión y la irrelevancia.
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