Neuquén busca legisladores con domicilio real en Neuquén

Cansados de enviar porteños honorarios al Congreso, Figueroa y Gaido lanzan un frente amplio para que, por primera vez, los intereses de la provincia no viajen a la capital a pedir audiencia. ¿Será demasiado pedir?

Política18 de junio de 2025RedacciónRedacción
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¿Quién va a defender a Neuquén si no lo hacen los neuquinos? Esa es la pregunta que atraviesa —sin necesidad de ser pronunciada— el reciente relanzamiento del frente político conformado por Rolando Figueroa y Mariano Gaido, quienes oficializaron su alianza electoral bajo el signo de la Neuquinidad, con la mira puesta en las elecciones legislativas nacionales de octubre. La propuesta no solo busca llevar senadores y diputados al Congreso; busca, sobre todo, terminar con la lógica del centralismo porteño que históricamente ha dado la espalda a la provincia.

¿Un frente político o una defensa colectiva?

Lo que Figueroa y Gaido presentan no es solamente una estrategia electoral. Es un posicionamiento identitario que interpela a Nación desde una provincia que aprendió a valerse por sí misma. Lo dijeron con claridad: el Estado nacional se ha retirado de sus responsabilidades y dejó  a Neuquén sola frente a la emergencia de obras públicas, infraestructura, salud y educación. Pero lejos de resignarse, la provincia respondió con una afirmación contundente de autonomía: “lo hacemos nosotros, sin pedirle nada a nadie”.

En esa línea, el acuerdo entre Neuquinizate y Primero Neuquén incorpora un mosaico de fuerzas diversas que confluyen en un mensaje común: la defensa de Neuquén está por encima de las banderas partidarias. La novedad no es menor. En un país acostumbrado a alianzas vacías de contenido, esta coalición se construye sobre una causa concreta: frenar el despojo de recursos y representación que la Nación perpetúa en nombre de un federalismo que no cumple.

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Contra el verticalismo y las listas sábanas


Figueroa fue enfático al criticar la lógica histórica con la que se definieron los representantes nacionales de la provincia: listas sábanas, apellidos heredados, acuerdos entre familias políticas. “¿Cómo llegaron los senadores y diputados a ser lo que son?”, preguntó con intención. La respuesta es un diagnóstico: llegaron sin representación real, sin conocer el territorio que decían representar, y obedeciendo jefes en Buenos Aires.

El mensaje apunta directo a figuras como el senador Oscar Parrilli, símbolo —según Figueroa— del servilismo político ante el poder central. Sin nombrarlo directamente, pero con una referencia tan explícita como mordaz (“su jefa le decía pelotudo y se quedaba callado”), el gobernador desnudó el costo político de tener representantes sin autonomía.

¿Qué significa hoy “defender Neuquén”?

Gaido, por su parte, planteó la disyuntiva con crudeza: “¿Estás del lado de Neuquén o del lado de Nación?” En esa línea, puso sobre la mesa un dato revelador: de cada 100 pesos en impuestos que recauda la provincia, Nación le devuelve apenas 51. Entonces, ¿para qué sirven los legisladores nacionales si no es para revertir esa injusticia estructural?

La alianza electoral, en ese sentido, no es solo una herramienta para competir: es una declaración de principios y de prioridades. Gobernar con cuentas ordenadas, sin escándalos, con obras y con inversión en salud y educación, no debería ser un milagro en el sur del país, sino la regla. Y sin embargo, es la excepción.

¿Puede Neuquén marcar un nuevo rumbo en el Congreso?


La promesa de “tener por primera vez dos senadores y dos diputados verdaderamente neuquinos” suena ambiciosa, pero también disruptiva. ¿Será posible quebrar décadas de representación decorativa en el Congreso? ¿Logrará este frente instalar una agenda realmente federal desde la periferia hacia el centro? Las respuestas, como siempre, dependerán del voto popular.

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