Sapag y una campaña extendida: “Espero que me voten a mí”

En plena veda electoral, la senadora y candidata a la reelección por Fuerza Patria, Silvia Sapag, protagonizó un episodio que rápidamente se volvió tema de conversación en Neuquén. Luego de emitir su voto, realizó declaraciones públicas en las que pidió abiertamente el apoyo de los votantes, afirmando: “A mí me acompañó mucho la juventud, así que espero que me voten a mí”.

La frase que cruzó la línea
 

El comentario, difundido por diversos medios, rompió la veda electoral, ya que la legislación prohíbe expresiones que puedan considerarse proselitistas durante el día de los comicios. Sapag habló desde el CPEM 12 de la ciudad de Neuquén, donde además lanzó una frase que llamó aún más la atención: “Está en juego nuestro negocio”.

 Repercusiones y lecturas políticas
 

El término “nuestro negocio” generó confusión e interpretaciones encontradas en el ámbito político. Mientras algunos lo atribuyeron a un lapsus, otros lo leyeron como una muestra de la lógica interna del poder. Sapag, sin dar mayores explicaciones, agregó que “mañana no sé, vamos a ver” y recomendó “leer la página económica” para entender el contexto.

Críticas al gobierno nacional

En otro tramo de sus declaraciones, la senadora kirchnerista volvió a criticar al gobierno nacional, apuntando contra el presidente Javier Milei. “Creo que está fácil votar con la boleta única papel, pero el gobierno no se ha ocupado en enseñar a la población cómo hay que hacerlo”, afirmó. La frase se inscribió en su habitual tono opositor, aunque el contexto de veda amplificó su repercusión.

“Está en juego la democracia”
 

Sapag también insistió en que en esta elección “está en juego la democracia, la soberanía y la vida”, sumando a su discurso una serie de consignas que reflejan el enfoque ideológico de Fuerza Patria. Su insistencia en la idea de “defender la muralla contra las políticas del gobierno actual” buscó reforzar su perfil combativo dentro del Congreso.

El límite entre política y comunicación
 

El episodio dejó una huella en el cierre de la jornada electoral neuquina. Más allá de la anécdota, su insólita declaraciónabrió un debate sobre los límites del discurso político en momentos donde la normativa exige silencio proselitista. En un clima electoral marcado por la tensión entre oficialismo y oposición, la frase de Sapag se convirtió en un símbolo de cómo la política y la comunicación pueden colisionar incluso en los márgenes de la ley.