
La obra que podría salvar Neuquén, cajoneada por los propios neuquinos en el poder
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El diputado apuesta a la vieja escuela con pintadas en toda la ciudad, sin rendición de cuentas ni empatía ciudadana. Mientras tanto, su imagen cae en las encuestas y compite por no quedar último.
04 de junio de 2025Darío Martínez ya arrancó su campaña electoral de cara a las legislativas de octubre, pero lo hizo mirando por el espejo retrovisor. Como si nada hubiera cambiado en el humor social de los neuquinos, el actual diputado decidió desembarcar con una estrategia que huele a naftalina: pintadas masivas en paredes, sin importar la propiedad, la estética urbana ni el hartazgo ciudadano.
En distintos puntos de la ciudad de Neuquén, aparecieron paredones con el nombre de Martínez escrito a lo grande, en una maniobra publicitaria que recuerda los métodos más gastados de la vieja política. ¿De dónde salieron los fondos para semejante despliegue? Porque no estamos hablando de un par de esténciles o murales artísticos, sino de una campaña sistemática, extendida y —según estimaciones barriales— bastante costosa.
En tiempos donde la política avanza hacia lo digital, Martínez parece atado a prácticas que ya no suman votos, sino repudios. De hecho, vecinos autoconvocados comenzaron a organizarse a través de grupos de WhatsApp para limpiar los paredones y devolverles su color original. Más aún: se lanzó una petición para juntar firmas -en el reconocido sitio Change.org- y exigir que se blanqueen las paredes intervenidas por el equipo del diputado. Una reacción espontánea que marca el termómetro social de la época.
Pero el problema no es solo estético: es político y ético. En un contexto donde cada peso público es motivo de debate, y donde las campañas deben regirse por la transparencia, cuesta entender cómo se financian estos “pinturazos electorales”. ¿Lo pagó él? ¿Lo pagó su partido? ¿Hay aportes privados que no se blanquean? ¿O se trata simplemente de una campaña desesperada de alguien que las encuestas ubican peleando con el Frente de Izquierda para no quedar debajo del dígito único?
Estas pintadas no se limitan a la ciudad de Neuquén. También pueden observarse en el camino a Plottier, en Senillosa y en varios puntos del interior de la provincia, replicando el mismo estilo de propaganda invasiva. Los vecinos no son ingenuos. La sensación generalizada es que Martínez no sólo no escucha lo que pide la sociedad, sino que insiste con fórmulas que la ciudadanía ya rechazó.
En lugar de propuestas, hay brochas. En lugar de diálogo, hay pinturas. En lugar de conexión con las nuevas demandas sociales, hay marketing viejo.
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El diputado apuesta a la vieja escuela con pintadas en toda la ciudad, sin rendición de cuentas ni empatía ciudadana. Mientras tanto, su imagen cae en las encuestas y compite por no quedar último.